Qué ocurre en el cerebro durante una expansión de conciencia

Hay momentos en la vida en los que la mente parece desintegrarse.

La ansiedad, la pérdida, el insomnio o la depresión profunda pueden sentirse como un colapso del sistema.

Pero en términos neurocientíficos, eso que llamamos “colapso” puede ser —también— una reconfiguración.

En el cerebro existe una red llamada Default Mode Network (DMN), responsable de mantener la narrativa del “yo”: soy esto, tengo aquello, me pasó lo otro.

Durante una crisis profunda o una experiencia mística, esa red se desactiva temporalmente.

El sentido de identidad se diluye y surge algo que la neurociencia llama conciencia no referencial: la pura presencia.

Esa suspensión puede sentirse como vacío, despersonalización o locura.

Pero cuando el sistema nervioso se estabiliza y el yo vuelve a integrarse,

el sujeto ya no es el mismo: ha visto lo que hay más allá del relato.

El proceso de expansión de conciencia no destruye la mente; la reorganiza.

Las redes neuronales se flexibilizan, la amígdala se regula, y el córtex prefrontal —centro de la autorregulación y la compasión— recupera su dominio sobre el sistema límbico.

Lo que llamamos “despertar” no es un milagro espiritual:

es una reconexión entre el cerebro emocional y el cerebro consciente.

La ciencia lo observa; la sabiduría lo practica.

“No es el alma la que se enferma,
es la conciencia la que intenta despertar.”